La sangre del cielo de Piotr Rawicz

(Dirección de Literatura, UNAM / vanillaplanifolia, México, 2014)

 

“Este libro no es un documento histórico”, dice Piotr Rawicz acerca de su única novela. “Los eventos relatados podrían surgir en cualquier lugar y en cualquier momento en el alma de cualquier hombre, planeta, mineral”, insiste el autor quien, no obstante, comparte con el protagonista la experiencia de la persecución nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

 

El relato se construye a partir de un manuscrito autobiográfico que un narrador comenta con un interlocutor (indefinido) en un café del París de posguerra. La acción por sí sola podría constituir el eje de una violenta y bien nutrida trama policiaca, escenas insondables, diálogos inteligentes, personajes originales que retoman rasgos de leyendas y cuentos de la tradición judía.

 

Sin embargo, en las notas de Boris —el autor del manuscrito— la anécdota se ve interrumpida por reflexiones metafísicas, alusiones a la Cábala, versos, sentencias e imágenes que permiten asomarse a la lucidez de una mente que se atrevió a visitar los lugares más descarnados de la vida. Y del pensamiento.

 

Piotr Rawicz (1919-1982). Nació en una familia judía en Luviv, en la actual Ucrania, donde estudió Leyes y Lenguas orientales durante la ocupación soviética. En 1941, fue encerrado en Auschwitz y, dos años más tarde, transferido al campo de Leitmeritz, cerca de Terezin, hasta su liberación en 1945. Después de la guerra se instaló en Polonia, donde escribió poesía y trabajó como periodista. En 1947 emigró a Francia para continuar sus estudios de lenguas orientales: aprendió hindi en el Institut National de Langues et Civilisationes Orientales y sánscrito en la Université de la Sorbonne. Más tarde estudió también hebreo, idish e inglés. A raíz de que Gallimard publicó Le sang du ciel en 1961 (Prix Rivarol, 1962), Rawicz empezó a colaborar como crítico para el diario Le Monde, donde dio a conocer, entre otras, la obra del futuro premio Nobel Alexander Solyenitzin. Entre sus amistades de la época se encuentran Elie Wiesel, Julio Cortázar, Eugène Ionesco, Emil Cioran, André Scharz-Bart y Jerzy Kosinski. Piotr Rawicz se quitó la vida a los 62 años, con un revólver que compró cerca de la Bolsa de París.