EL PUENTE


Textos de poetas extranjeros en ediciones bilingües.

 ¿Te conozco? de Ben Mazer
(Serie El Puente)

La crítica especializada percibe ecos de la poesía decimonónica en la obra de Ben Mazer. No obstante, a diferencia de los románticos, el autor se regodea en la presencia física de su propio ser poético, el cual se expresa contundentemente en la primera persona que caracteriza, de manera específica, la energía y la fuerza poéticas del verso norteamericano del siglo XX y lo que va del XXI. Un vigor lírico que, sin lugar a dudas, emana de su clara conciencia de poeta como tal. La traducción de esta edición bilingüe es de Juan Carlos Calvillo y Mario Murgia.
 

 

La fúnebre góndola, de Tomas Tranströmer
(Dirección de Literatura, UNAM, serie El Puente; traducción y presentación: Aline Petterson, edición bilingüe, 2012)

La escritura de Tomás Tranströmer, dice Aline Pettersson, “es tan pulida y desnuda que estremece”. Este breve volumen avala de manera rotunda la afirmación de su traductora. Trazado alrededor del eje sonoro –antes que temático– de la grave pieza de Franz Liszt que le da título, La fúnebre góndola es una concentrada muestra de la concisión y el rigor de uno de los poetas más sutilmente poderosos de nuestra época.

Lacónica, aparentemente opaca en su parquedad, la de Tranströmer es una poesía de lo inefable, una escritura que se sumerge y explora en los misterios cotidianos para volver a la superficie con las transparentes, inusitadas imágenes de aquello que, sin poder decirlo, refulge fuera de nuestro alcance.

 

 Yo casi siempre duermo de Patrizia Cavalli
(Dirección de Literatura, UNAM, Serie El Puente, 2008)

Patrizia Cavalli es una de las poetas italianas vivas más destacadas y la publicación de este libro es de suma importancia pues su obra permanecía inédita en nuestra lengua. Este libro contiene poemas publicados entre 1974 y 2006. Cavalli se manifiesta a favor de la pereza y del acto dormir. ¿Qué es el poeta, al fin y al cabo, sino el indolente de la comunicación?, se pregunta Fabio Morábito en el prólogo de Yo casi siempre duermo, y añade que el poeta “omite, recorta, deshidrata y oculta, dejando el lenguaje en su hueso, en el umbral de lo humano; dice lo esencial, luego se duerme, pues sólo así se hace perdonar su violenta intromisión en las entretelas del verbo”. Patrizia Cavalli transforma a la pereza en poesía; como muestra, bastan los siguientes versos: Pues sí, para tu mala suerte / en lugar de partir / me quedé en la cama.