Invocación de Eloísa de Gonzalo Lizardo (Dirección de Literatura, UNAM / Ediciones Era, 2011)
“Quisiera advertir a mis eventuales lectores que si leen este cuaderno se debe a que algún samaritano lo halló, casi por accidente, bajo la almohada de mi último lecho, junto a un par de valijas y al retrato de una jovencita, pintado con una devoción que subsana su torpeza”. Con esta advertencia empieza Invocación de Eloísa, novela de Gonzalo Lizardo, donde Eloísa y el muchacho que se enamora de ella emprenden un viaje a la pesadilla desbocada, la verdad libre de la imaginación reprimida en los subterráneos de la moral y las “buenas costumbres”. Al mismo tiempo, Eloísa y su enamorado habitan aquella región de su pueblo caracterizada por la aburrición y sus rutinas: el lado de los padres y los maestros. Eloísa es sirena y bruja del agua, santa sexual, demonio pedagógico, acaso la simple fantasía de un muchacho. Esto es su invocación. Este regreso del mito –y al mito- propicia una mezcla en que se fecundan los fuegos vivos del habla y la morosa filigrana de lo escrito con opulencia, a veces casi modernista, a veces con una nostalgia de palabras que regresan de las alacenas de provincia, de su suave resistirse al olvido. |