Sor Juana a través de los siglos (1668-1910) de Antonio Alatorre

Sor Juana a través de los siglos (1668-1910), (UNAM / El Colegio Nacional / El Colegio de México), de Antonio Alatorre, reúne en dos tomos casi medio millar de textos. En el prólogo, el escritor explica: “Mi recopilación de textos constituye una ‘historia’: la historia de la fama de sor Juana, contada por sus propios actores”. El volumen incluye poemas, dedicatorias, ensayos, dramas, sobre la poetisa novohispana. “Es una experiencia satisfactoria –explica Alatorre- ver cómo van variando los gustos y los juicios” de los distintos autores, a lo largo de casi tres siglos. El filólogo manifiesta que, mediante Sor Juana a través de los siglos, pretende continuar la tarea emprendida por Francisco de la Maza, en Sor Juana Inés de la Cruz ante la historia, libro publicado póstumamente en 1980, en la serie de “Estudios de literatura” del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Alatorre confiesa: “El libro de Francisco de la Maza me vino de perlas, y pude aprovecharlo en varios lugares”. Según el autor, al principio pensaba añadir unas Adiciones a ese libro, pero no tardó “en ver la conveniencia de incluir también los textos ya publicados allí, tomándolos directamente de las fuentes originales, libres de erratas, libres también –espero- de malas interpretaciones, y sin comentarios”. El autor deja, en efecto, que los textos hablen por sí mismos, “y que sea el lector quien los juzgue”. Antonio Alatorre propone leer estos textos reunidos en dos volúmenes, que constituyen la “historia de la fama de sor Juana”, en orden cronológico, como él mismo lo hizo, y añade: “Es una experiencia satisfactoria ver cómo van variando los gustos y los juicios”.

Desde su perspectiva, los mexicanos de los dos últimos decenios del siglo xvii sabían “más o menos quién era sor Juana, pero los españoles no lo sabían”. A partir de 1692, la fama de sor Juana “se levanta, altísima, sobre dos bases: la Crisisdel famoso sermón del padre Vieira y el Primero sueño”. La fama de sor Juana empezó a disminuir a partir de 1726, con el padre Feijoo, cuyos escritos “tuvieron enorme y perdurable influencia en todo el orbe hispánico”. Esta reacción “antigongorina” de los “neoclásicos” prevaleció durante el siglo xviii. Con todo, a decir de Alatorre, son conmovedores los esfuerzos de Gustavo Baz (1888) por informarse acerca de las ediciones de las obras de sor Juana. En 1755, Eguiara y Eguren, para quien el Neptuno alegórico es “obra amenísima”, se abstiene “de emitir juicio acerca del Sueño”.

 

En el México del siglo XIX se escribió mucho acerca de sor Juana, afirma el autor, quien asegura que esta proliferación de escritos “vale notoriamente menos que lo publicado en los mismos tiempos fuera de México”. La razón, explica, es clara: “a los extranjeros les interesa sor Juana porque la han leído, mientras que a los mexicanos, en general lo que los mueve es el patriotismo (o la retórica patriotera)”.

Entre los textos de la primera década del siglo xx, sobre la Décima Musa, reunidos en el segundo tomo, se encuentran los de Justo Sierra, Marcelino Menéndez y Pelayo, José María Vigil, Luis G. Urbina, Laureana Wright de Kleinhans y Amado Nervo, de quien se incluyen algunos pasajes del prólogo “Al lector mexicano” y del capítulo primero del libro Juana de Asbaje, publicados en 1910. Con este texto concluye la historia de la fama de sor Juana trazada por Antonio Alatorre a través de distintas visiones sobre la obra de la jerónima. Por último, cabe señalar, que el autor modernizó la ortografía de todos los textos, aunque respeta la de los impresos antiguos. Asimismo, Antonio Alatorre manifiesta que decidió excluir los retratos y las ejecuciones musicales de los villancicos de sor Juana Inés de la Cruz.