De contrarios principios engendrada. Poesía y prosa de Concha Urquiza de Margarita León
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Lo que logra Margarita León en su libro –cuyo título está tomado de un verso del cuarto soneto de la serie Jesús llamado el Cristo –es, primero, descubrirnos, mediante el rastreo de las fuentes poéticas de la obra de Concha, a una poetisa que entendió la poesía en su sentido más tradicional y, paradójicamente, más moderno, de reescritura. Semejante a los poetas del Siglo de Oro y a los más radicales del siglo XX, como Eliot, Urquiza retoma los poemas fundamentales de Occidente, en particular de la lengua castellana y, a través de su propia experiencia de vida, los reescribe, los reformula o los rehace. De allí su originalidad que la hace, en medio de las vanguardias de la época y de su gusto por la innovación, tan tradicional y a la vez tan moderna; de allí, también, su parecerse a todos y a nadie más que a ella. Pareciera como si, a través del análisis de Margarita León, pudiéramos ver a una Concha que, tocada por lo inefable, utilizó las escrituras del pasado como un espejo sonoro que le permitió delinear los trazos de su alma y decir su experiencia interior. En este sentido –y este me parece el otro logro de Margarita León–, al entreverar su método de rastrear las fuentes de la poesía de Concha con su búsqueda interior –sus primeras incursiones poéticas, su precoz rebeldía, su amistad con Arqueles Vela, sus vínculos con el comunismo, su exilio en Nueva York, sus primeras experiencias espirituales a través del androginismo, su regreso a México, su encuentro con Gabriel Méndez Plancarte y con Tracisio Romo, su estancia como postulante con las Hijas del Espíritu Santo, su deserción, su nomadismo entre México, Michoacán, San Luis Potosí y, finalmente, Ensenada, donde encontrará la muerte–, Margarita León logra mostrarnos, si no a una mística acabada, sí a una mujer que, invadida por Dios, miraba con una profundidad mística que sólo puede encontrar su equivalente, en México, en Concepción Cabrera de Armida y en Angélica Álvarez Icaza. |