Emilio Carballido en Voz Viva de México
(Colección Voz Viva de México, 2008)
 
 “Desde que Rosalba y los llaveros se estrenó con gran éxito en Bellas Artes (marzo de 1950), Emilio Carballido ocupa un lugar destacado en el panorama de nuestro teatro”,  afirma Juan Tovar, autor del cuadernillo que acompaña al disco compacto en el que uno de los más notables dramaturgos mexicanos narra con su propia voz fragmentos de su novela El norte (1958), y de las piezas teatrales: Yo también hablo de la rosa (1965) y Te juro Juana que tengo ganas (1965).

Tovar exalta la “evolución lúcida”, así como la “riqueza acumulativa de recursos técnicos y profundidad temática” en la obra dramática de Carballido y cita el notable ensayo de Margaret Peden, quien examina en su libros titulados Carballido as Total Theater o Carballido and Artaud, la riqueza “bastante poco explorada” en su vasta producción. El dramaturgo añade que Rosalba y los llaveros contiene los elementos recurrentes en sus obras futuras: “por principio de cuentas, los niveles de verdad y la acción simultánea de enfatizar y trascender un escenario dado”. La atmósfera local de Rosalba, según Tovar, “está perfectamente lograda pero también lo está la universalidad del tema, del conflicto entre dos actitudes”.

Juan Tovar hace referencia a la psicología de los personajes, tanto en las tres obras narradas en voz en del propio autor, como en El día que se soltaron los leones, Las estatuas de marfil, Felicidad y La veleta oxidada, entre otras. De esta última, perteneciente al género novelístico, resalta la trama unitaria “de gran fuerza”. En ella, afirma el escritor, “los personajes y sus interacciones tienen toda la complejidad que es necesaria, sin nada extra”.

Tema constante en su producción narrativa, lo mismo que en la dramática, es el de la culpa, abordado desde distintas perspectivas en La veleta oxidada y en Felicidad. Carballido, señala Tovar, “sabe que la culpa es algo menos fácil de delimitar, que nadie es culpable pero todos son culpables, y en primer lugar la víctima aparente”. El tema de “el ataque a las verdades parciales tomadas como absolutas” es también un tema recurrente -igual que el de los anhelos de realización “presentados con enorme gama de matices”- en obras tan disímiles como La veleta oxidada, El norte, La danza que sueña la tortuga, La hebra de oro, Medusa, Las estatuas de marfil, El relojero de Córdoba, El día que se soltaron los leones, Yo también hablo de la rosa y Te juro Juana que tengo ganas.

Juan Tovar destaca las influencias de Pirandello y Brecht en obras como Silencio pollos pelones ya les van a echar su maíz y en otras piezas teatrales incluidas en D.F., donde Carballido aborda el tema de la justicia social con el firme propósito, según sus propias palabras, de “hacer un collage dramático, un calidoscopio de pequeñas acciones a fin de retratar la visión muy personal que el autor tiene de su Distrito Federal, de su Ciudad de México”.

En el campo de la narrativa el logro máximo de Emilio Carballido, en opinión de Juan Tovar, es El norte, novela que se caracteriza por el “nítido juego de planos temporales”. En este disco el escritor narra el tercer capítulo de ésta y un fragmento de Yo también hablo de la rosa, pieza teatral a la que Carballido asigna el género de loa -según refiere Tovar-; en ella, “la línea realista se une a la simbólica a través de una estructura magistral”. Se estrenó el 16 de abril de 1966 en el Teatro Julio Jiménez Rueda bajo la dirección de Dagoberto Guillaumin, con música de Rafael Elizondo y coreografía de Guillermina Bravo.

El disco contiene, además, fragmentos de Te juro Juana que tengo ganas, narrados por Carballido con las pausas y entonación adecuadas a los diálogos de los personajes. En palabras de Juan Tovar, esta es “una de las obras cómicas más sólida, más auténtica e incansablemente cómica que ha habido últimamente”. Barroca “en el desbordamiento de la acción, en la inventiva siempre alerta que no deja escapar una sola oportunidad de enriquecer el enredo”, en ella los personajes “sufren una dualidad de ser y parecer, con la consiguiente confusión de aspiraciones: con los deseos que tienen y con los que creen que deben tener”. Se estrenó en el Teatro Degollado de Monterrey en mayo de 1966 bajo la dirección de Luis Martín, y en el Teatro del Granero el 21 de septiembre de 1967 bajo la dirección de Javier Rojas.

Un juicio breve y contundente de Juan Tovar, expresado en el cuadernillo que acompaña al disco compacto perteneciente a la colección Voz Viva de México, resume su pensamiento en torno a la obra de Emilio Carballido: por “su abundancia” y “su evolución lúcida”, afirma, “es de lo más interesante y provechoso que el teatro mexicano ha visto”.